Las mentiras de Locke Lamora, de Scott Lynch

≫ Las mentiras de Locke Lamora, imposible no disfrutar

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Las mentiras de Locke Lamora es una de esas novelas de fantasía que es muy fácil de reseñar. Porque es casi imposible no adorarla. Cómo no hacerlo cuando es tan amena, entrañable, llena de buenos personajes y con una historia profunda pero fácil de seguir. Una novela de criminales ambientada en un mundo de fantasía, con sus conspiraciones, sus planes, sus estafas y todo lo que se pueda imaginar o extraer de los grandes espectáculos del hampa. ¡Ah, y también hay tiburones vs gladiadoras! Diversión para toda la familia.

Reseña de Las MENTIRAS de Locke Lamora, de Scott Lynch

Las mentiras de Locke Lamora

Me encantaría hablar de los personajes, porque son el punto fuerte de la novela. Pero para comprender su nivel de carisma y por qué importa que sean como son debo hablar de otros asuntos.

Empecemos por el título de este libro: Las mentiras de Locke Lamora. Patrick Rothfuss comentaba en su reseña que ese era el título perfecto para la novela de Scott Lynch («ojalá se me hubiera ocurrido a mí», decía) porque le viene como anillo al dedo a esta novela. Todo lo que hay en la historia es una gran mentira, incluso el propio título.

Las mentiras de Locke Lamora es una historia de mentiras dentro de mentiras para encubrir otras mentiras hasta el punto de que nadie, ni si quiera el lector, sabe cuál es la verdad. Si es que existe tal cosa.

El mundo en el que se ambienta esta novela tiene mucho que con la Italia renacentista. Comercio en auge, cartas de crédito en lugar de llevar dinero encima, especulación, un puerto que nunca duerme y una ciudad que vive y medra del flujo de dinero que se escurre entre los dedos. Más una clase social donde la sangre importa, sí, pero el dinero abre muchas puertas. Esto ya ocurría con La mejor venganza, pero, como ya viene siendo decepcionante en la fantasía (la única pega, muy personal) no hay ni rastro de pólvora en esta novela de fantasía. Aunque se ambiente en un pseudosiglo XVII.

Pero más allá de esta crítica personal todo son alabanzas. Las mentiras de Locke Lamora es una novela que «se huele», permite al lector incluir sus sentidos en la imaginación gracias a un magnífico desarrollo de la ambientación. Si has tenido la suerte de visitar Venecia esta novela te devolverá a sus canales y sus estrechas calles donde te tropiezas con todo el mundo.

Sí hay honor entre ladrones

Las mentiras de Locke Lamora tiene sus cimientos en la jerarquía de las dos sociedades que componen la sociedad de Camorr. Por un lado está la nobleza, clásico grupo de poder que además se introduce en el mundo del comercio para obtener pingües beneficios. Por otro lado está la Buena Gente, el nombre con el que se identifican los criminales de Camorr.

Respetar el lugar que ocupas y a quienes están por encima es esencial en el mundillo. Se puede prosperar siguiendo las normas, de modo que las traiciones entre bandas existen, pero dentro de unas regulaciones que no alteren la paz. También es costumbre que algunas bandas colaboren con otras.

Como es habitual, los segundos querían robar a los primeros, y los primeros se servían de las fuerzas de la ley para perseguir y machacar a los primeros. Lo típico. Sin embargo, hace unos años llegó un jefe criminal, un Capa, que sacó del juego a los demás Capas y llegó a un pacto con los nobles: la Tregua Secreta.

La Tregua Secreta (Secret Peace)

La Tregua Secreta es la esencia de la novela de Las mentiras de Locke Lamora. La Buena Gente se compromete a no robar a los nobles, ni a la policía, bajo ningún concepto. A cambio, las autoridades harán la vista gorda, dentro de lo razonable, cuando las víctimas de hurtos y estafas sean los comerciantes y ciudadanos comunes de la ciudad de Camorr.

La Tregua Secreta es la base de la ambientación. La nobleza se siente a salvo y los ladrones pueden robar cada día sin demasiadas preocupaciones. Todo es estable. Clic para tuitear

Este fue el pacto del Capa Barsavi, y ha funcionado muy bien durante los últimos diez o quince años. Pues ha permitido que los ladrones vivan al día y que los nobles no tengan que preocuparse de su seguridad. En cierto modo me recuerda a la tercera temporada de The Wire, con su Hamsterdam, su paraíso del tráfico de drogas a cambio de que la violencia se redujera al mínimo.

Y es a partir de este punto, de la Tregua Secreta, donde cobran importancia Los caballeros bastardos, la banda de ladrones de Camorr que dirige Locke Lamora.

El Hacedor de Ladrones y el Padre Cadenas

Mientras la mayor parte de la Buena Gente de Camorr respeta la Tregua Secreta, pues ofrece garantías, hay quienes han visto una gran oportunidad la paz reinante.

El chico al que llamaban Locke fue arrastrado en su infancia a la guarida del Hacedor de Ladrones, un viejo ladrón que recluta y alimenta (como puede) a niños huérfanos mientras aprenden el oficio de ladrones. Pequeños hurtos sin importancia que permiten al Hacedor de Ladrones vivir de sus subordinados hasta que llegan a una edad en la que deciden independizarse (abandonar) a su maestro o son vendidos, como le ocurrió a Locke Lamora, a bandas criminales con cierto renombre. Durante su estancia con el Hacedor de Ladrones Locke ya mostró un gran talento para el disfraz y la mentira. Por eso entró en los Caballeros Bastardos.

Allí el padre Cadenas, un falso sacerdote que se aprovechaba de los fieles y sus donaciones, lo adiestró con un único propósito: aprovecharse de la Tregua Secreta. Una de esas situaciones tan provechosas que despiertan un «joder, ojalá se me hubiera ocurrido a mí». Las víctimas de los Caballeros Bastardos son los nobles que se sienten tan seguros y confiados gracias a la Tregua Secreta. Pero no roban a los nobles, les estafan, con planes tan elaborados que cuando las víctimas se dan cuenta deciden ocultar su desgracia ante la vergüenza. Nadie roba a los nobles, debéis ser unos pringados. La humillación es el arma de Los Caballeros Bastardos. Han roto la Tregua Secreta, pero nadie se ha dado cuenta. Demos otro golpe más.

Mentes criminales en Las mentiras de Locke Lamora

Las artimañas necesarias para prosperar en el regulado mundo criminal de Camorr requiere de una agudeza más allá de lo concecible y una profunda confianza en tus compañeros de banda. Locke Lamora es un personaje magnífico, con una labia extraordinaria, sin un estilo de diálogo claro porque cambia su forma de expresarse en función de quién finge ser en cada momento (bravísimo por el autor en este aspecto) y activo. Muy activo.

Siempre en movimiento, siempre maquinando. Sin descanso. Las mentiras de Locke Lamora avanza toda velocidad gracias a que siempre están pasando cosas, a veces varias a la vez, llevando al lector por un ritmo frenético que no veía desde El despertar del Leviatán. Al pronto hay un atraco en un callejón que las supuestas víctimas buscan embaucar a sus rescatadores, mientras alguien distrae a la guardia con una torpe pirueta acrobática. Más, más, más. Esta novela es deliciosa. Se agradece mucho un personaje así que hace de esta novela aún más interesante.

El gran plan

Voy a evitar destrozar la trama pero a rasgos generales consiste en difundir falsas noticias sobre una guerra inminente que destrozará las bodegas del mejor licor del mundo; hacerse pasar por un representante de esa bodega; fingir un robo para que te salve un noble; decirle a ese noble que le indique cómo contactar con su mayor rival para ofrecerle un jugoso negocio; hacer que negocie contigo para ganar dinero, y de paso joder a su rival; revelar esa estafa con otra estafa aún más gorda para atrapar por completo al noble. Hacerte rico y huir dejando al avergonzado noble llorando en silencio para que nadie se entere.

Y todo mientras finges ante Capa Barsavi que eres un ladrón de nivel medio pasando por una mala racha. ¿Qué puede salir mal en un plan más complicado que la invasión japonesa de Port Moresby?

Pues todo. Porque vivir así, al límite, hace que muchísimas reuniones salgan como no estaba planeado, que aparezcan nuevos personajes en escena y que a los Caballeros Bastardos también les peguen (bien zurrados), intenten asesinarlos o les engañen (¿justicia poética?). La clave de la novela, de la verdadera maravilla de esta novela, es que los grandes estrategas también deben improvisar para salir de los embrollos en los que sus redes de mentiras les acaban metiendo.

Locke Lamora y Jean Tannen, amigos vulnerables

Son el débil y el fuerte. Clásico dúo. Pero eso no implica que el fuerte sea estúpido. Scott Lynch ha creado un debilucho Locke que sobrevive gracias a su ingenio, el protagonista de la novela. Pero su gran amigo Jean no es un bruto bonachón sin cerebro. Es fuerte, no tiene nada de bonachón (pues le adiestraron para matar) y es muy inteligente. Quizá no tenga la labia de Locke pero sabe cómo funciona la burocracia, el comercio y qué material se necesita para cada ocasión.

Son el dúo con más química desde… no consigo recordarlo. Una pareja de VERDADEROS AMIGOS. Siempre están ahí el uno para el otro, siempre ayudándose, cuidándose la espalda… porque van a tener que cuidarse mucho la espalda. Hay fuerzas más poderosas que ellos (son unos estafadores, después de todo, no gente con poder) y casi todo su éxito se basa en que son inofensivos, anónimos. No pueden usar su poder sin, paradójicamente, perderlo al instante.

Deben permanecer ocultos, verdaderamente inofensivos, si quieren causar daño, o tener éxito, a largo plazo. Son las mentiras, las mentiras de Locke Lamora, lo que les mantiene vivos. Este es el mejor trasfondo posible para una historia de amistad absoluta, porque todos necesitamos alguien que nos proteja del mundo, y los peligros son muchos y muy variados.

El lector disfrutará con estos dos mientras sufre por ellos. Porque son personajes vulnerables a un palmo de caer en un foso de tiburones o en el filo de un cuchillo. Son humanos, de esos que hacen que sigas leyendo por el simple hecho de saber qué brillante idea tendrán para salir del lodazal en el que ellos mismos se meten. Tensión y ganas de más.

Toques de humor

El humor está muy presente en la novela. No porque tenga un tono humorístico deliberado, sino porque se usa como un recurso para descargar tensión de escenas que, en otras circunstancias o novelas, serían de las de «tengo miedo de lo que les pueda pasar a los personajes». Scoot Lycnh se sirve, tal y como Guillermo López decía en su web Lecturonauta, del Gilligan cut.

En Las mentiras de Locke Lamora se presentan situaciones enfrentadas en las que la comedia está asegurada por lo inapropiado de la combinación, como lanzarse desde un tejado como distracción (bravo, costillas-rotas, gran idea), querer comprarle a alguien la ropa que lleva puesta EN ESE MOMENTO, insultar al mago más poderoso del mundo… Un poco de humor para relajar el ambiente de esta ciudad de ladrones que es Camorr.

Las mentiras de Locke Lamora, una novela absolutamente recomendada

Editado junio de 2019: No sé qué demonios ha pasado con la edición en español de Las Mentiras de Locke Lamora, que ha desaparecido. Imagino que estarán preparando una nueva edición, con una portada mejor que la cosa cutre que antes teníamos.

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