Las llanuras quebradas

➝ Las llanuras quebradas: abismos, puentes y gemas corazón

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Un poderoso puño parece haber golpeado la tierra. Cuando se alza todo cuanto queda es un paisaje agrietado, como un estanque privado de agua, cien mesetas surcadas por profundos abismos donde la luz del sol jamás ha llegado. Un lugar donde humanos y parshendi libran cada semana pequeñas batallas, pagadas en sangre y gemas corazón. Son las Llanuras Quebradas.

Nuestro primer contacto con las Llanuras Quebradas

Conocimos las Llanuras Quebradas en El camino de los reyes gracias a Kaladin. Al pobre muchacho lo lanzaron a ese lugar de muerte y gloria (según quién lo mire) mientras cargaba una estructura de madera sin que entendiera muy bien por qué. De su mano, el lector aprendió la cara más siniestra de ese extraño campo de batalla de Roshar: el ejército del alto príncipe Sadeas.

La ironía del asunto es que Kaladin siempre soñó con acudir a las Llanuras Quebradas. Él aspiraba a ser un buen soldados, porque los buenos soldados luchaban en ese terreno legendario y no en las insulsas escaramuzas y guerras fronterizas del norte. No. Un auténtico lancero como él debía luchar con los mejores, pero acabó como esclavo en las cuadrillas de puentes, en un infierno de acantilados, monstruos y tormentas aterradoras donde tu vida tan solo dependía de la mala puntería de tus enemigos.

Un atractivo escenario de fantasía

El concepto de las Llanuras Quebradas puede parecer simple para una novela de fantasía, aunque sea visualmente atractivo. Se trata de un terreno muy similar al de una poza al sol, allá donde el agua se ha evaporado y la tierra se agrieta para dejar escapar la humedad subterránea. Seguro que visualizas la imagen. Bien, Brandon Sanderson ha tomado esa imagen y la ha magnificado, con grietas de treinta metros de profundidad que rodean amplias mesetas de diversos tamaños, pero capaces de albergar pequeños ejércitos.

La idea, por sí misma, parece simple y no merecía mucha atención si no fuera porque Brandon Sanderson no se ha conformado con lo visual. Como maestro que es en el arte de escribir fantasía y ciencia ficción ha decidido ir más allá. Convertir la Geografía en algo que más que decoración y hacerla parte íntegra de dos de sus novelas. Y por eso este artículo. He considerado necesario hablar de las Llanuras Quebradas porque representan uno de los grandes triunfos respecto a cómo darle importancia a un escenario de fantasía: evolucionar del cómo crear un mundo de fantasía a una fase más avanzada, a menudo olvidada que es cómo crear worldbuilding para tu novela.

Las Llanuras Quebradas como parte de El Archivo de las Tormentas

El camino de los reyes, de Brandon Sanderson, tiene como escenario principal las Llanuras Quebradas

Este escenario de fantasía no es únicamente un elemento decorativo para impresionar al lector con su curioso paisaje: es el lugar que condiciona a los personajes. Con la notable excepción de Shallan las acciones de los personajes de El camino de los reyes se ven condicionadas por la geografía del lugar, y esta misma geografía cambia con la climatología, la guerra y la proximidad de peligros. Un microcosmos integrado en el mundo de Roshar, del que el autor nos promete más, pero de momento se conforma con enseñarnos las Llanuras Quebradas.

Sin embargo, la complejidad de este escenario nos queda clara desde su introducción, y los matices del trabajo de Sanderson se nos irán revelando a través de sus personajes. Tres son las versiones que hay de las Llanuras Quebradas: el campo de batalla, la fuente de riqueza y el escudo de la supervivencia.

1. Las Llanuras Quebradas como fuente de gloria y riqueza

Para los generales alezi y los soldados profesionales las Llanuras Quebradas representan una oportunidad para enriquecerse y labrarse una reputación. Transcurridos varios años del asesinato del rey alezi, casus belli del conflicto entre parshmenios y alezi, el único aliciente para continuar la guerra son las gemas corazón.

Este valioso recurso se halla en el interior de unas poderosas criaturas conocidas como abismoides. Muy peligrosas de hacer frente, cuyo tamaña y fuerza suponen una amenaza para un contingente de tropas. No obstante, durante su periodo de incubación permanecen inmóviles, indefensos… y tan pronto como uno aparece en las mesetas se da aviso a los ejércitos, que se lanzan a la carrera para conseguir la preciosa gema en el interior de la criatura. Es ahí donde se encuentran con los parshendi, y toda la batalla gira en torno a quién conseguirá hacerse con el premio. Una gema corazón cuyo valor costea la guerra y aún deja beneficios.

Más allá del dinero (y el botín de los soldados) está la posibilidad de ascender en los rangos alezi y, más aún, la jugosa opción de conseguir una hoja esquirlada, la madre de todas las armas. Cientos de soldados de ambos bandos se lanzan hacia los portadores de esquirlada con el iluso sueño de matar a su portador y hacerse con tan preciado objeto. Miles mueren intentándolo. Pero siguen intentándolo.

Para los soldados comunes es la única opción de ascender en la jerarquía alezi (los dan de ojos claros y oscuros), para la nobleza es un símbolo de prestigio que los eleva sobre sus iguales. De modo que gloria y riqueza son los dos motores de esta guerra que no parece tener fin.

2. Las Llanuras Quebradas como campo de batalla

Las llanuras quebradas
Fuente: Cosmere

Las Llanuras Quebradas son una pesadilla logística. En algunos momentos he llegado a imaginarme que los generales de Alezkar preferían enfrentarse a las alambradas, el barro y las ametralladoras en la batalla de Passchendaele frente a tener que cruzar los abismos. Abismos habitados por conchagrandes que devorarán a aquellos infelices que tengan la mala suerte de sobrevivir a una caída de treinta metros.

Palabras radiantes nos muestra otra visión de las Llanuras Quebradas

Ningún general en su sano juicio escogería las Llanuras Quebradas para desplegar su ejército. Las mesetas pueden (o no) ser lo bastante amplias para que dos ejércitos luchen pero no hay espacio para la maniobra y la caballería es inútil salvo que cargue de frente (algo mucho menos efectivo de lo que parece). Además llegar a otra meseta requiere el uso de puentes, lo cual afecta tanto al ataque como a la retirada.

Por un lado está el cómo llegar hasta el enemigo (o las gemas corazón). En las mesetas próximas a los campamentos existen puentes fijos, estructuras a salvo de las escaramuzas de los parshendi que permiten a un ejército recorrer cuatro o cinco mesetas con rapidez. Pero más allá, donde ya no es posible proteger estas construcciones, es necesario usar puentes móviles. Lo que conlleva lentitud y un ejército muy vulnerable mientras permanece repartido entre dos mesetas. Y no es algo que suceda una sola vez. Cada batalla es así, y solo es cuestión de tiempo antes de que una práctica tan arriesgada se convierta en un desastre.

Por otro lado está la huida, una constante en los campos de batalla. Sí o sí, uno de los dos ejércitos va a huir: es la naturaleza de la guerra. Pero si un ejército colapsa en las Llanuras Quebradas las posibilidades de retirarse son las estrechas pasarelas sobre los abismos, donde el pánico lleva a empujones que precipitan soldados al vacío.

Como ya he dicho, una pesadilla para los generales. Solo la avaricia mantiene aquí a los ejércitos alezis. El anhelo de conseguir una gema corazón.

Las cuadrillas de puentes en el ejército de Sadeas

Con todos estos problemas logísticos hay quienes han buscado mejoras en la movilidad. Frente a los pesados puentes móviles tirados por chulls (cangrejos/hipopótamos gigantes) sobre los que pueden cruzar cientos de hombres el alto príncipe Sadeas prefiere puentes de pequeño tamaño que cargan esclavos: las cuadrillas de puentes.

Las cuadrillas de puentes representan la más inteligente y cruel de las ideas surgidas de las Llanuras Quebradas. Por mucho que desprecie a Sadeas, incluso al joven Sadeas que Dalinar Kholin tanto ensalza, he de reconocer que la crueldad tras sus cuadrillas responde al más frío pragmatismo: no sacrifica a sus hombres sin sentido, lo hace de forma deliberada.

Dos son los objetivos que consigue Sadeas con sus cuadrillas de puentes. Por un lado gana velocidad. Al ser más ligeros, estos puentes se pueden colocar con rapidez, volver a levantar y colocar de nuevo sobre el siguiente abismo, lo que le permite recorrer mesetas con gran rapidez y adelantarse a otros príncipes en la carrera por las gemas corazón.

Por otro lado, sus desprotegidas cuadrillas son un imán para las flechas parshendi, para quienes un humano es un humano y estos están desprotegidos. Los atacan sin piedad y caen como moscas, mientras los soldados de Sadeas, los que de verdad merece la pena conservar, pasan desapercibidos. Esa es la razón por la que no se entregan escudos o armadura a las vulnerables cuadrillas de puentes, para que sus muertes protejan al ejército. Frío. Cruel. Pragmático.

3. La lucha por la supervivencia: los parshendi

No deberías leer esta tercera parte sin haber terminado Palabras radiantes. Ya que la información sobre los parshendi en la primera novela nos llega a través de sus enemigos: los humanos. Solo conforme avanzamos en la saga conocemos más sobre ellos, su naturaleza, sus inquietudes… la razón por la que iniciaron la guerra.

No es casualidad que los parshendi hayan elegido este desfavorable campo de batalla para la guerra. En primer lugar, no es tan desfavorable para ellos, ya que sus fuertes piernas les permiten cruzar de un salto los abismos más estrechos. En segundo lugar, la larga guerra les beneficia, pese a que la sangría los esté conduciendo a un lento exterminio (algo que los alezi ignoran)

Resumiendo las Llanuras Quebradas

De modo que si he decidido hablar sobre las Llanuras Quebradas no es por su curiosa geografía, algo que llama la atención pero sin mayor relevancia. No. Es porque Brandon Sanderson ha creado todo un submundo en los campamentos de los ejércitos y una particular visión de la vida de los distintos implicados en la batalla a partir de una poza seca. Una lección sobre no dejar las cosas a medias, implicarse más y más con la historia hasta obtener matices que enriquezcan el texto. Servirse del escenario para crear una novela, y no simplemente poner una novela «en un sitio guay».

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